Marie Poussepin
Marie Poussepin nace en Dourdan (Francia), es bautizada el 14 de octubre de 1653 en la Iglesia de Saint Pierre por el párroco Etienne Legou. Pertenece a una familia de artesanos, dedicados al trabajo de confección de medias de seda, tejidas con aguja, a mano; gozan de buena situación económica. Es un hogar cristiano comprometido a nivel religioso y cívico: el padre, Claude, colabora en la gestión parroquial; la madre, Julienne Fourrier, es tesorera de la Cofradía de la Caridad, dedicada a socorrer a los enfermos pobres.
Marie desde temprana edad acompaña a su madre en las visitas a enfermos y su corazón se llena de ternura y de compasión ante su desgracia. Más tarde escribirá “todo debe ceder al cuidado de los enfermos y de los débiles, es a Jesucristo a quien se sirve en su persona”.
También es atenta con los niños que asisten al taller familiar. Cuando llega a ser educadora su principal preocupación será, “hacer conocer y a amar a Jesucristo” y formar en las virtudes del evangelio a los alumnos de su pequeña escuela. Su pedagogía es realista y concreta.
La muerte de su madre acaecida muy temprano deja sobre ella la responsabilidad de ama de casa, la educación y cuidado de su hermano menor Claude, de sólo 10 años. Luego se suceden los avatares financieros de su padre, su fracaso, enfermedad y muerte.
Lo que la distingue entre las mujeres de su tiempo, en este siglo XVII en el cual abundan realizaciones espirituales y fundaciones caritativas, es su percepción de las nuevas necesidades y su audacia para responder a los problemas de la época, su sentido de justicia y gratuidad, su prudencia en todas sus acciones, innovadora y creativa, pero centrada en Dios, ya sea como empresaria en Dourdan o como fundadora en Sainville.
Así, a la muerte de su padre, en 1683, en el vuelco espectacular generado por la industrialización naciente, se muestra innovadora en las técnicas de la manufactura. Abandona el trabajo artesanal y rutinario para sustituirlo por el trabajo de la industria de medias tejidas a máquina; deja la seda para aprovechar la lana más rentable. Acoge aprendices de ambientes modestos, entre los 15 y 18 años, para quienes suprime la cuota que ordinariamente debían pagar y a quienes asegura, con un verdadero sentido social la formación y la promoción, colaborando en el desarrollo económico y social de la familia y de la ciudad de Dourdan. Al mismo tiempo cultiva una vida espiritual intensa, alimentada de acciones caritativas y de la espiritualidad de la Tercera Orden de Santo Domingo.